ESCAZES DE RECURSOS DE AGUAS Y TIERRAS.
La FAO estima que los países en desarrollo necesitarán
duplicar su producción agrícola para 2050 a fin de satisfacer la demanda de
alimentos. Habida cuenta de la disponibilidad finita de agua dulce y las pocas
posibilidades de ampliar la tierra cultivable, los niveles de producción
agrícola para satisfacer la demanda se mantendrán fundamentalmente mediante la
intensificación del uso actual del agua y de la tierra. La escasez del agua
afecta ya a más del 40 por ciento de la población mundial, mientras que el 25
por ciento de la población depende de tierra ya degradada –se calcula que el
costo de la degradación asciende a 40 000 millones de USD al año por lo que se
refiere a la falta de productividad-. Estos problemas y la competencia
resultante sobre los recursos se agravarán aún más a consecuencia del aumento
de la demanda de producción de biocombustibles y los efectos previstos del
cambio climático.
Programas principales
Si desea asociarse a una actividad específica o simplemente
busca más información, consulte la sección siguiente para obtener datos sobre
algunos de los programas principales que corresponden a este APR y en los que
se requieren más recursos para las correspondientes medidas de seguimiento.
Sistema mundial de alerta temprana sobre la calidad y la
cantidad del agua en la agricultura
Dada la circulación limitada de agua dulce, el mundo se
halla ante una situación progresiva de escasez de recursos hídricos que está
amenazando la viabilidad de los principales sistemas agrícolas mundiales en lo
tocante a la protección de la seguridad alimentaria mundial. Reconciliar la
competencia por el agua entre los sectores económicos es ahora fundamental a
fin de evitar nuevos choques para el sistema mundial de suministro de alimentos
y mantener los valores de los sistemas ambientales, que ya están sometidos a
tensión. El agotamiento de las aguas freáticas, la degradación del suelo y la
salinización generalizada de los suelos productivos ya está forzando migraciones
desde las zonas afectadas por sequías. Estos efectos pueden considerarse los
primeros indicadores de la escasez de agua y de suelo en las economías rurales
en todo el mundo.
Es necesario un sistema que advierta con antelación sobre la
escasez de agua y su repercusión en la producción de alimentos a corto, medio y
largo plazo. Resulta esencial hacer un seguimiento de los principales factores
relativos al agua que determinan la producción de alimentos a nivel nacional,
regional y mundial y proporcionar información pertinente para la adopción de
las medidas necesarias.
Más información
Alianza mundial del suelo
Los suelos son el fundamento de los sistemas alimentarios
que sustentan las vidas y medios de subsistencia del hombre, proporcionando la
base de apoyo y los nutrientes para la vida de plantas y animales y los medios
para capturar y retener las aguas pluviales y mantener el ciclo hidrológico que
es tan fundamental para la vida en la tierra. Los suelos vivos desempeñan
asimismo muchas funciones vitales en lo que se refiere al ciclo del suelo
orgánico y de los nutrientes, la fijación del carbono en el suelo, la
regulación del clima y otros aspectos, y sus servicios para mantener el
abastecimiento de alimentos y agua constituyen la base para alcanzar estabilidad
social en un mundo cambiante.
Cerca del 52 % de las tierras destinadas a la agricultura,
incluidas las tierras de pastoreo, se ve afectado de forma moderada o grave por
la degradación del suelo, cuyo costo (mayores insumos, pérdida de productividad
y de servicios) se cifra en unos 40 000 millones de USD anuales en todo el
mundo. Se prevé que el cambio climático agrave los efectos de la degradación
del suelo mediante el aumento de las sequías y el estrés por calor, fenómenos
climáticos extremos y un incremento de las plagas y enfermedades. Las presiones
sobre los recursos de la tierra crecen continuamente debido al aumento de la
población, al cambio en las costumbres de los consumidores, especialmente en
las economías emergentes, las demandas de la creciente población urbana a la
rural y el cambio en los usos de la tierra para satisfacer a las fuerzas del
mercado y las necesidades energéticas.
Más información
La inversión en agua para la agricultura y la energía en el
África subsahariana
África tiene abundantes recursos hídricos que están muy
subexplotados y se hallan distribuidos desigualmente entre países y regiones.
Al mismo tiempo, la mayor escasez del agua, agravada por el cambio climático,
ya está suponiendo una amenaza para la seguridad alimentaria en las regiones
más áridas.
Tres cuartas partes de los países africanos se encuentran en
zonas áridas y semiáridas e incluso unas pequeñas reducciones en las
precipitaciones podrían causar grandes disminuciones en el caudal de los ríos y
exponer a entre 75 y 250 millones de personas a una gran dificultad de
suministro en el próximo decenio.
Además, en algunas regiones de África las elevadas tasas de crecimiento
demográfico y el uso intenso del agua llevarán a situaciones más agudas de
escasez de agua.
Sin embargo, en el África subsahariana solo el 4 % de la
tierra cultivable es de regadío en comparación con cerca del 40 % en Asia, y la
región solo utiliza un 3 % de sus recursos hídricos disponibles. Será necesaria
una rápida expansión de la tierra cultivada de regadío y una mayor explotación
de las aguas interiores para alimentar a una población que va a crecer de los
770 millones en 2005 a 1 500 o 2 000 millones en 2050.
Más información
Marcos de inversión para las cuencas hídricas – mejora de la
productividad en condiciones de escasez
El sudeste de Asia está experimentando un aumento de la
demanda de productos de la agricultura de regadío. Hay espacio para una mayor
expansión, ¿pero dónde y cómo? Incluso en cuencas hídricas húmedas que se han
desarrollado mucho y han elaborado estrategias eficaces ante la escasez, la
intensificación exigirá una mayor productividad del agua, lo que requiere
inversiones específicas adicionales. Los deltas productivos se enfrentan a
presiones, el cambio climático es inminente y será necesario gestionar el uso
de las aguas freáticas.
Ante estas realidades, el diseño y la gestión de las
inversiones en regadío se retrasa: la modernización de las instituciones supone
una dificultad al mismo nivel que la modernización de los sistemas de regadío.
La rehabilitación y los nuevos proyectos para llegar a los niveles deseados de
flexibilidad que permitan que los agricultores respondan eficazmente a la
demanda del mercado tienen también un alto costo de oportunidad. Además, es necesario
evaluar los regadíos en riesgo con respecto a las repercusiones previstas del
cambio climático: ¿cuál es la resistencia de la infraestructura a la
volatilidad hidrológica y cuáles serían las necesidades de inversión para
mejorar su diseño y hacerla más resistente?
Por último, los procesos de planificación o negociación de
las cuencas hidrológicas son ahora más pluralistas que “integrados” y es más
necesario superar la desconexión general entre la gestión de los recursos
hídricos y el sector agrario.
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